Crónica Muse: Parte 1

domingo, 29 de noviembre de 2009 | |

Tras una noche bastante larga, en la que apenas conseguí dormir unas horas, me doy una ducha, preparo la mochila y salgo hacia el Palacio de los Deportes. En el coche recibo una llamada de Jose: poco a poco va llegando más gente. Están los segundos en la cola por lo que, en principio no hay nada de lo que preocuparse. Tras 10 minutos de larga espera en el coche llego al Palacio de los Deportes, donde para mi sorpresa, ya había bastante gente. Cuatro colas en la puerta principal y dos en la puerta de Goya...
Tras buscar un poco, encuentro al grupo con el que había quedado. Son las 10:30 de la mañana... todavía nos quedan nueve largas horas de cola hasta poder entrar al recinto.
Al contrario de lo que pensaba, el tiempo pasa rápido, muy rápido, y cuando queremos darnos cuenta es la una de la tarde. Después de la comida, dejamos a la otra mitad del grupo en la cola y vamos a ver el ambiente en los alrededores del Palacio. Las colas en la puerta principal llegan hasta Cortilandia, y en la puerta trasera la gente se conglomera alrededor de unas vallas.

¿Qué estará pasando?

Cogemos sitio y esperamos... casi una hora y media, para únicamente ver salir del autobús a un miembro del grupo. Sin embargo, no nos sentimos mal, pues durante este tiempo, Marcos, Jose y yo estuvimos charlando, haciendo el freak y pasándolo bien en general. Para cuando queremos darnos cuenta, ya son las seis de la tarde, una hora antes de la apertura de puertas, volvemos a la cola... La gente, muy impaciente comienza a gritar, a formar bollo y a hacer tapón alrededor de las estrechas puertas. Con unos diez minutos de retraso, abren las puertas y todos corremos hacia la pista, no sin ser parados en más de una ocasión por vigilantes de seguridad. Ya dentro, todos nos separamos... en la cola éramos un grupo de unas diez personas, pero dentro me encontraba yo sólo. Sin embargo, tuve la suerte de encontrarme con Jose más tarde... Durante una hora y cuarto que duró la espera desde la entrada hasta que los teloneros salieron al escenario, el calor era insufrible y era prácticamente imposible respirar. Una chica muy cerca de nosotros se desmayó por esta razón y finalmente subió a ver el concierto a las gradas. Lo estábamos pasando bien hablando con la gente de alrededor nuestra, pero la espera se hacía insufrible...

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